martes, 21 de abril de 2009

De regreso

Ha pasado mucho tiempo desde que no escribía algo en el blog,después de las fiestas de fin de año me dí el lujo de exiliarme lejos de las obligaciones y quehaceres,hasta que en marzo empezaron las clases de tercer ciclo , el cual culminará en julio.
Al menos ya no tengo tanto problema con el tráfico,cuando tengo que trasladarme, he aprendido a distribuir mi tiempo y trato de salir lo más temprano posible para no quedarme estancado en la procesión de las horas punta.
Por ejemplo,los lugares donde esperamos hasta 15 min son los cruces de Caminos de Inca con Tomás Marsano , Caminos del Inca con Benavides o Benavides con Aviación cuando estoy en Surco,despues todo el trayecto es normal hasta llegar a Javier Prado,cuando empiezo a desesperarme.
Casi todos los días tengo que correr para poder tomar la línea 24 en casa y correr para llegar a tiempo a clases, para que el profesor o profesora de curso no me cierre la puerta en la cara.

Como mi trayecto es rutinario,a veces reconozco rostros conocidos,ya que son pasajeros que van conmigo casi a diario, sé cual cobrador quiere cobrar de más y puedo calcular el tiempo que tardaré en conseguir un asiento o en llegar a mi destino.
En caso de que se me haga tarde,tengo que tomar un carro a Tomás Marsano y allí tomo una clautrofóbica combi que me lleva rápido,pero como mi talla no es baja y si tengo que ir de pie,me veo en la obligación de ir inclinado hasta que consiga un asiento, y eso ocurre cuando estoy cerca la Facultad de Turismo de la USMP o en Córpac,en pleno centro financiero de San Isidro.
Luego de dar vueltas por Córpac, Guardia Civil y la Urb. Santa Catalina, llego al puente Canadá,en plena Vía Expresa...un nuevo día comienza.

También he tenido la oportunidad de conocer lugares lejanos para mí,los cuales considero como viajes interprovinciales, a pesar que esos distritos son parte del casco urbano de Lima.
En la universidad,estoy en un salón nuevo, con gente nueva,aunque sigo con mis amistades.

No tengo nada más de agregar.Hasta una próxima crónica limeña.